Nuestros pueblos. Un viaje que nos permite parar el tiempo

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Nuestros pueblos. Un viaje que nos permite parar el tiempo

21.07.2022

Su plaza mayor. Sus sillas a las puertas en las noches de verano. Sus niños en bicicleta. El olor a cocido de los sábados. El barullo de sus bares a la hora del vermú. Sus reencuentros familiares. Sus chimeneas. Sus "¡Eh!" cuando nos cruzamos por la calle. Sus pájaros en la ventana al amanecer. Su verde primavera, amarillo verano y marrón otoño.


Olores, colores, sabores y sentimientos... Nuestros pueblos tienen algo que no se puede explicar con palabras. Por sus calles y sus plazas nos encontramos con la historia y la tradición de estos lugares tan vividos, tan nuestros, tan de todos.


Y en nuestros pueblos se asienta Castilla Termal, que se convierte en testigo directo y partícipe de su día a día. Así, desde un convento del siglo XII podemos observar la vida de la villa de los Siete Sietes: siete iglesias, siete fuentes, siete plazas, siete conventos, siete puertas, siete casas nobles y siete pueblos en su alfoz tiene Olmedo, corazón de la comarca de Tierra de Pinares e históricamente, objeto de deseo entre castellanos y aragoneses. Y también, primera parada de Castilla Termal.


Lejos de contiendas, los olmedanos hoy disfrutan de la vida tranquila, celebran en torno a un lechazo, disfrutan en julio del mejor teatro clásico y arrancan el otoño honrando a sus patronos, San Miguel y San Jerónimo, y coronando a su virgen de la Soterraña.



Hasta un monasterio y también hasta el siglo XII viajamos en Castilla Termal Monasterio de Valbuena. Fue construido este enclave en el año 1143 para repoblar el Valle del Duero con monjes cistercienses procedentes de Francia y hoy la vida de San Bernardo sigue, en gran parte, girando en torno a su grandeza. Y, cómo no, al vino. Los suelos y el clima de esta tierra hacen la perfecta combinación para elaborar algunos de los fantásticos caldos de la Ribera del Duero, con siglos de tradición y prodigiosa calidad.


En honor a San Bernardo celebran sus fiestas el 20 de agosto, bailan jotas y besan el hábito de su santo. Las verbenas, las comidas populares o la celebración de juegos tradicionales acompañan estos días de fiesta en los que disfrutar es la única obligación.



Al infinito verde de Cantabria y a sus playas frescas y azules nos acercamos desde Castilla Termal Solares, situado en la que fue la primera estación balnearia de la zona durante el siglo XX. Pero además, en Solares, en el municipio de Medio Cudeyo, confluyen la historia y la cultura casi a cada paso: en la finca del marqués de Valdecilla nos adentramos en las costumbres de las familias indianas de principios del siglo XX y podemos hallar muestras importantes de la arquitectura particular del siglo XII o edificaciones religiosas de los siglos XII y XIII. Entre estas, encontramos la ermita de San Pedruco, a quien el 29 de junio recuerdan y festejan los solariegos.



Y aterrizamos en el último de nuestros pueblos, esta vez en la provincia de Soria. En Castilla Termal Burgo de Osma finalizamos nuestro viaje desde la que fuera la Universidad de Santa Catalina, centro de cultura y saber en los siglos XVI y XVII. Sus algo más de 5.000 habitantes disfrutan cada día de esta bella ciudad monumental que, presidida por su imponente catedral, nos deja a cada paso vestigios de historia en su muralla, sus edificios históricos, sus calles y sus plazas.


No debería estar permitido salir del Burgo de Osma sin probar sus torreznos; también sus asados son característicos y se pueden catar muchas de las delicias típicas de la provincia. Y si lo que queremos es fiesta, San Roque y la Virgen del Espino son los protagonistas entre el 14 y el 19 de agosto, cuando celebran el famosos Baile de la Rueda o sus festejos taurinos.



De fiesta en fiesta, de Castilla y León a Castilla-La Mancha, llegamos a Brihuega, el Jardín de la Alcarria, uno de los pueblos más bonitos de la provincia de Guadalajara. Allí, en apenas unos meses, Castilla Termal abrirá un nuevo hotel termal de cinco estrellas y podremos, así, oler en vivo y en directo los campos de lavanda en esta época del año y disfrutar de esta villa medieval que cuenta, entre otras maravillas, con un castillo de finales del siglo XI en cuyo interior se puede visitar uno de los cementerios más curiosos de España. Un rincón en el que perderse y en el que tantos y tantos niños se habrán dejado las rodillas corriendo por cuestas, pastos y empedrados. O en el que disfrutar de sus fiestas en honor a Nuestra Señora de la Peña, en agosto, que incluyen su famoso, tradicional e histórico encierro (se celebra desde 1584 y es uno de los que mejor ha mantenido la esencia original de estos eventos).



Cinco pueblos llenos de Historia y de historias, las de los vecinos que, siglo tras siglo, han recorrido sus calles (embarradas, adoquinadas, asfaltadas…), han subido cerros, han bebido de sus fuentes, han aparcado sus bicis junto a un muro y se han dedicado, simple y llanamente, a disfrutar. De la vida, de la compañía, del pueblo. De lo que significa PUEBLO.


Nuestros pueblos, nuestras raíces, nuestra historia. A veces olvidados, tantas veces desoídos, pero siempre presentes. Escuchemos, aunque sea por unos días, a la vida lejos del ruido y de las prisas. Silencio, detengámonos a escuchar. Paremos el tiempo en un banco de una plaza de nuestros pueblos.